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Comenzar una labor


Hay varias formas de comenzar una labor. Las mías siempre las empiezo intentando que me quede de la forma más curiosa, es decir, intento no hacer demasiados nudos a los hilos, pues el revés de una labor es tan importante como el derecho, y a veces, si los nudos son gruesos, nos la estropearán.
Cuando el trabajo es con madejas, corto el hilo en un trozo no muy grande para evitar que se enrede y pierda brillo. Las madejas traen cabos con 6 hilos. Cojo sólo un hilo y lo doblo por la mitad, y cogiendo las dos puntas las enhebro en la aguja. Paso ésta por el revés de la labor, la saco por el derecho y vuelvo al revés, pasando a su vez la aguja por enmedio del hilo, estiro, y consigo hacer un nudo invisible.
Si la labor es con hilo más grueso, como el cojín que le bordé a mi hija Marina, entonces cojo una hebra, la pongo por el derecho del trabajo, y empiezo a bordar por encima hasta que lo cubra con los puntos, como si de una guía se tratase.
Para rematar los hilos, los voy pasando por el revés por debajo de los puntos terminados, entresacando como si estuviese realizando un zurcido. De ésta forma consigo reforzar la labor en el caso de una mantelería, toallas, baberos, etc. que se lavan a menudo.